viernes, 26 de mayo de 2017

El origen del Primero de Mayo

[febrero 1894]
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Melbourne, 1856: Pancarta por la jornada de 8 horas.



      La feliz idea de instaurar un día de fiesta proletaria para lograr la jornada laboral de ocho horas nació en Australia, donde ya en 1856 los obreros habían decidido organizar un día completo de huelga, con mitines y entretenimiento, como una manifestación a favor de la jornada de ocho horas. Se eligió el 21 de abril para esa celebración.
     Al principio los obreros australianos pensaban en una única celebración, aquel 21 de abril de 1856. Pero como esa primera celebración tuvo un efecto muy fuerte sobre las masas proletarias de Australia, animándolas con ideas agitadoras, se decidió repetirla todos los años.
     Efectivamente: ¿Qué podría proporcionarles a los trabajadores más coraje y fe en su propia fuerza que un paro masivo, decidido por ellos mismos?
     ¿Qué podría proporcionarles más valor a los eternos esclavos de las fábricas y de los talleres que el reconocimiento de su propia gente?
     Por eso, la idea de una fiesta proletaria fue rápidamente aceptada y comenzó a extenderse de Australia a otros países, hasta conquistar finalmente todo el mundo proletario.
     Los primeros en seguir el ejemplo de los obreros australianos fueron los norteamericanos.
     En 1886 se fijó el 1º de mayo como el día de la huelga universal. Ese día, 200.000 trabajadores abandonaron sus lugares de trabajo y exigieron la jornada laboral de ocho horas. Más tarde, la policía y el hostigamiento legal impidieron por muchos años la repetición de esa gran manifestación.
     Sin embargo, en 1888 restablecieron su decisión y fijaron el 1º de mayo de 1890 como el día de la siguiente celebración.




Melbourne, hacia 1900: Marcha por las ocho horas.


     Mientras tanto, el movimiento obrero en Europa se había fortalecido notablemente.  La expresión más poderosa de este movimiento ocurrió en el Congreso Internacional Obrero de 1889. En ese Congreso, al que asistieron 400 delegados, se decidió que la jornada de ocho horas debía ser la primera reivindicación. El delegado de los sindicatos franceses, el obrero Lavigne de Burdeos, propuso difundir esa reivindicación en todos los países mediante un paro universal. El delegado de los trabajadores estadounidenses llamó la atención de sus camaradas sobre la decisión de ir a la huelga el día 1º de mayo de 1890, por lo que el Congreso fijó esa fecha para la fiesta proletaria universal.
     Los obreros, al igual que treinta años antes en Australia, pensaban solamente en  una única manifestación. Ese 1º de mayo de 1890 el Congreso había decidido que los trabajadores de todos los países se manifestarían juntos por la jornada de ocho horas. Nadie había hablado de repetir la celebración en años siguientes. Naturalmente, nadie podía predecir el enorme éxito que tendría esa idea ni la rapidez con que sería adoptada  por la clase obrera. Sin embargo, fue suficiente celebrar el 1º de mayo tan sólo una vez para que todos comprendieran y sintieran que debía convertirse en una institución anual y permanente.
     El 1º de mayo significaba establecer la jornada de ocho horas. Pero aún después de haber logrado este objetivo, ese 1º de mayo no fue abandonado. Mientras continúe la lucha de los obreros contra la burguesía y la clase dominante, mientras todas las exigencias no hayan sido satisfechas, el 1º de mayo continuará siendo la manifestación anual de esos reclamos. Y cuando lleguen días mejores, cuando la clase obrera del mundo haya logrado su objetivo, es probable que la humanidad entera también celebre el 1º de mayo, honrando las amargas luchas y los sufrimientos del pasado.
    
Rosa Luxemburg
(febrero 1894)

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Traducción directa del alemán al castellano, especial para el ERL: Marion Kaufmann.
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Escrito en 1894. Publicado en polaco en Sprawa Robotnicza, París, febrero 1894.
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La versión alemana de referencia puede verse en:

jueves, 25 de mayo de 2017

Deberes (Obligaciones)

"No obstante, el deber de protestar contra la opresión nacional y de combatirla, que corresponde al partido de clase del proletariado, no encuentra su fundamento en algún «derecho de las naciones» particular, no más que la reivindicación de la igualdad política y social de los sexos no encuentra el suyo en algún «derecho de la mujer» al que hace referencia el mo­vimiento burgués de emancipación de las mujeres. Estos deberes no pueden deducirse más que de una oposición generalizada al sistema de clases, a todas las formas de desigualdad social y a todo poder de dominación. En una palabra, ellos se deducen del principio fundamental del socialismo."

[R.L.: De "La cuestión nacional y la autonomía", capítulo 1: 'El derecho de las naciones a la autodeterminación', 1908.]

 (...) "La clase obrera siempre puede mirar la verdad cara a cara, aunque esto signifique la más tremenda autoacusación, porque su debilidad no fue sino un error, y las leyes inexorables de la historia le dan fuerzas y aseguran su victoria final.
    Esta crítica implacable no sólo es una necesidad fundamental, sino también uno de los máximos deberes de la clase obrera. (...)

[R.L.: El folleto Junius. La crisis de la socialdemocracia alemana, 1915-16.]




















Autocrítica

    “La meta del viaje, la liberación definitiva, depende por entero del proletariado, de si éste aprende de sus propios errores. La autocrítica, la crítica cruel e implacable que va hasta la raíz del mal, es vida y aliento para el proletariado. La catástrofe a la que el mundo ha arrojado al proletariado socialista [nota del ERL: Alemania, 1914; traición de la dirección socialdemócrata] es una desgracia sin precedentes para la humanidad. Pero el socialismo está perdido únicamente si el proletariado es incapaz de medir la envergadura de la catástrofe y se niega a comprender sus lecciones."
    (...) "Pero la socialdemocracia alemana no era solamente el organismo más fuerte de la Internacional. Era también su cerebro pensante. Por eso, el proceso de autoanálisis y apreciación debe comenzar en su propio movimiento, en su propio caso. Su honor la obliga a encabezar la lucha por el rescate del socialismo internacional, a iniciar la crítica implacable de sus propios errores.
    Ningún otro partido, ninguna otra clase en la sociedad capitalista puede atreverse a reflejar sus errores, sus propias debilidades en el espejo de la razón para que todo el mundo los vea, porque el espejo reflejaría la suerte que la historia le tiene reservada. La clase obrera siempre puede mirar la verdad cara a cara, aunque esto signifique la más tremenda autoacusación, porque su debilidad no fue sino un error, y las leyes inexorables de la historia le dan fuerzas y aseguran su victoria final.
    Esta crítica implacable no sólo es una necesidad fundamental, sino también uno de los máximos deberes de la clase obrera. (...)

[R.L.: El folleto Junius. La crisis de la socialdemocracia alemana, 1915-16.]

Libertad, igualdad, fraternidad


“Los socialdemócratas tratan de imponer en todos los países un régimen social basado en la igualdad, libertad y fraternidad de todos los ciudadanos.”

[R.L.: El socialismo y las iglesias, 1905.]








Mujeres

"No obstante, el deber de protestar contra la opresión nacional y de combatirla, que corresponde al partido de clase del proletariado, no encuentra su fundamento en algún «derecho de las naciones» particular, no más que la reivindicación de la igualdad política y social de los sexos no encuentra el suyo en algún «derecho de la mujer» al que hace referencia el mo­vimiento burgués de emancipación de las mujeres. Estos deberes no pueden deducirse más que de una oposición generalizada al sistema de clases, a todas las formas de desigualdad social y a todo poder de dominación. En una palabra, ellos se deducen del principio fundamental del socialismo."
[R.L.: De "La cuestión nacional y la autonomía", capítulo 1: 'El derecho de las naciones a la autodeterminación', 1908.]

    "Tal vez deberías escribir sobre la cuestión de la mujer. Que es tan importante ahora mismo, y no tenemos camaradas aquí que entiendan algo al respecto."
[R.L.: De una carta a Clara Zetkin, noviembre de 1918.]